Sunday, February 21, 2010

Al final

todo al final termina,
es mentira eso que te dicen:
que toda experiencia sirve,
que uno aprende,
si aprendes entonces no deberías volver a equivocarte,
lo que uno debería aprender,
lo que aprendí,
¿te lo cuento?
todo siempre termina
y sales dañado al final,
sales dañado si no te atreves,
sales dañado si te lanzas,
el final es lo mismo,
todos sabemos el final
y no es demasiado feliz,
pero así no más es,
a veces no lanzarte es quizás mejor,
tampoco hay que engañarse,
no siempre hay donde lanzarse,
lanzarse a una piscina donde no hay agua
es un error.
lanzarse y no saber nadar
es peor.


Missing (una investigación)
Alberto Fuguet

Thursday, February 18, 2010

Nazismo made in USA



Nazismo made in USA
x José Noé Mercado

Introducción

Cuando el decano de la publicidad y el consumismo subconsciente, Edward Bernays, se enteró de que varios de los libros que había escrito durante las primeras tres décadas del siglo 20 formaban parte de la biblioteca personal de Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del régimen Nazi, ¿sentiría el inocultable orgullo de quien es leído incluso internacionalmente o, por el contrario, experimentaría una mezcla de vergüenza y horror al saber que sus teorías y enseñanzas sobre la construcción de la opinión pública y la influencia en su pensamiento y decisiones habían contribuido a que Adolfo Hitler acumulara en Alemania las fuerzas políticas y humanas suficientes para desafiar al mundo?

Contextualización del problema

Para entonces, Alemania había sido derrocada como también ocurriría con los países del Eje y sus aliados, Adolfo Hitler se había suicidado el 30 de abril de 1945, un día antes de que lo hiciera Joseph Goebbels, y la Segunda Guerra Mundial se acercaba a su fin con un saldo de entre 40 y 150 millones de muertos dependiendo de la fuente consultada.

Edward Bernays no sólo era el mejor publicista estadounidense como su cartera de clientes lo demuestra. Igualmente era articulista de los diarios más relevantes de Estados Unidos, consejero asesor del gobierno norteamericano y piedra angular de la cultura política y comercial de las barras y las estrellas. Además, había acuñado el concepto y la práctica de la propaganda contemporánea. Puesto que si bien Bernays no es el padre de la propaganda, que en rigor se puede rastrear desde muchos siglos antes, sí es pionero en su estudio y sistematización para ponerla al servicio del cliente, ya sea una empresa, una institución, un grupo, una persona, una marca, un gobierno o una ideología.

Sin mayor cargo de conciencia, Bernays encontró muy pronto la solución para deslindarse del uso dado por Goebbels y el régimen Nazi a sus teorías. Dejó atrás el concepto de propaganda e inventó el de relaciones públicas, para continuar influyendo en las masas, en los consumidores, en los gobernados, con estudios, campañas, teorías y propuestas, que si bien pasan por la creatividad y el ingenio, no necesariamente lo hacen por la verdad o la ética y no están exentas de la franca manipulación, puesto que la propaganda, tal como la define Antonio Pineda Cachero, profesor e investigador de la Universidad de Sevilla, puede entenderse como: “una relación comunicativa generada en función de los intereses de poder que persigue el emisor”.

En las agrupaciones humanas, continúa Pineda Cachero, “existen organizaciones que poseen un determinado grado de control sobre el funcionamiento de la estructura social, y cuyas decisiones pueden ser realmente trascendentes para determinados individuos o grupos. Esas organizaciones son instancias de poder: instancias de poder político, como los partidos; instancias de poder religioso, como las iglesias organizadas; etc. Este tipo de instancias son los emisores de propaganda. La historia de la propaganda es la historia de cómo tales instancias han perseguido sus objetivos mediante la comunicación; es la historia de la justificación de las guerras, de la promoción de los candidatos electorales, de la venta de políticas económicas, etc”.

Justificación de este análisis del discurso

Es en ese contexto que resulta por lo menos curioso analizar un ejemplo del discurso norteamericano, expresado en un dibujo animado, producido y difundido en plena Segunda Guerra Mundial sobre el making of, una supuesta especie de detrás de las cámaras, de la integración del régimen nazi.

Hipótesis

Se trata de un juego de espejos, porque la caricatura analiza un presupuesto discurso propagandístico al mismo tiempo que se constituye en otro discurso propagandístico que se le contrapone.

Descripción del dibujo animado

Título: La historia de uno de los niños de Hitler. Duración: 10 minutos. Adaptado del libro Educación para la muerte: La construcción de un nazi, de Gregor Ziemer. Presentador: Walt Disney. Fotografiado en technicolor, con sistema de sonido RCA. Año de producción: 1942. Estreno: 1943. Distribuido por R.K.O. Radio Pictures.

Sinopsis

Durante el régimen nazi, una pareja tiene un hijo (el primero de doce que le sugiere el régimen) al que, después de revisar los nombres prohibidos por el Estado, llaman Hans. Hans tiene que ser un niño fuerte y sano, ya que de lo contrario el régimen puede separarlo de su familia (su madre), la que podría ya no volver a verlo si eso ocurre. Hans es educado con cuentos como el de La bella durmiente, pero adaptados al régimen nazista, en el que Alemania es La bella durmiente, Adolfo Hitler el príncipe que la despierta y la democracia la bruja. En la escuela, también controlada por el régimen, le hacen aprender moralejas, como la de la fábula de El conejo y el zorro, éste se come a aquél, que no es la que Hans extrae de su reflexión y sentimientos, sino una más puntual y clara: el mundo es del más fuerte, del más brutal, los débiles y los cobardes merecen morir. La raza alemana es superior y más fuerte que las demás, por lo tanto debe esclavizar a las más débiles. Hans aprende la lección. Crece, ingresa en el ejército. Marcha y saluda. Saluda y marcha, dice una voz en off que, más que narrar la caricatura, la explica. La comenta, como el maestro a Hans. Finalmente, se convierte en uno de los miles de soldados que ven, dicen y hacen lo que el partido Nazi quiere que vean, digan y hagan. Fin.

Fundamentación interpretativa

Teun A. Van Dijk plantea que un discurso puede tener no sólo una vertiente explícita de significado, sino también una implícita que es posible extraer e interpretar, a partir de analizar el contexto del discurso, el tiempo y el espacio en que se ubica, el medio, el orden y la forma, el estilo que sigue, por supuesto sin dejar de lado quién es el emisor, el receptor y cómo podemos entender su relación.

Dice Van Dijk: “Los participantes de un evento comunicativo son quienes construyen la relación entre su discurso y la situación social como ellos la interpretan. Esa construcción interpretativa, subjetiva, y personal de la situación es un modelo del contexto o simplemente contexto. En otras palabras, un contexto como lo defino yo no es solamente social (como la situación social de la comunicación), sino también personal y cognitivo, porque cada persona tiene su propia interpretación de la situación social en que participa”.

Interpretación

El emisor es Estados Unidos en plena Segunda Guerra Mundial. Walt Disney, una empresa norteamericana que actualmente genera ganancias superiores a los 30 mil millones de dólares anuales y que tiene una forma identificable de hacer películas animadas, con una serie de personajes de fama mundial, no hace más que ratificarlo. Por si fuera poco, en el aspecto del sonido, que es otro elemento fundamental en esta caricatura que inicia y termina con marchas indudablemente militares, mecánicas, interviene RCA, otra empresa norteamericana representativa, dedicada a la producción de fonogramas y aparatos. El área del entretenimiento y su control es fundamental en toda propaganda.

El mensaje es muy claro. El régimen nazi manipula a los alemanes a través de la propaganda y el control de las acciones sociales para que sirvan a Adolfo Hitler y sus intereses demoníacos –los cuernos de diablo que lleva en la caricatura, sustituir la Sagrada Biblia por su libro Mein Kampf, delatan esa intención de satanizarlo-, por ello mismo, hay que detenerlo, porque además, según los pinta la caricatura, los alemanes son violentos, sanguinarios, delirantes con sueños de grandeza, son una amenaza para el mundo y su democracia.

Un recurso utilizado en la caricatura es ridiculizar aspectos significativos y vinculantes de la cultura alemana. Se parodia, por ejemplo ebria, gorda, sumisa, a la valerosa valquiria Brunhilde, cuya misión aquí no es seleccionar a los guerreros más valientes caídos en batalla para llevarlos al Valhalla y engrosar las filas del dios supremo Wotan, sino rendir pleitesía a un sulfúrico y lunático príncipe Siegfried, que aquí no es aquél que no conoce el temor, ha matado a un dragón y forjado la espada inquebrantable, sino un Hitler sediento de poder y dominación cabalgando un caballo famélico y torpe mientras resuena una versión desguansada pero reconocible de la Cabalgata de las Valquirias de El anillo del nibelungo de Richard Wagner, el compositor favorito del régimen nazi, justamente por ser un artista y creador que aglutina la leyenda y la realidad de la cultura raíz de los alemanes, y denostado por sus críticos por su supuesto antisemitismo.

En este video, tal como afirma Pineda Cachero: “El poder es, por consiguiente, la causa de que se produzca propaganda”. El fin de la propaganda es el poder. “La voz cantante corresponde al propagandista”. En este discurso disfrazado de caricatura la propaganda es clara. Existe la necesidad de combatir a los alemanes para tener y retener el poder. Y la hipótesis se confirma. Estados Unidos, representado en este video, identifica en el discurso Nazi la propaganda que él también practica. La propaganda que Goebbels aprendió de Bernays.

Bibliografía

-Tye, Larry: Edward Bernays: El hombre que inventó las relaciones públicas, Imagen, Buenos Aires Argentina, 1999.

-López Escobar, Esteban: “The Father of Spin: Edward Bernays and the Birth of Public Relations”, reseña publicada en la revista Comunicación y sociedad de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Navarra, Volumen XIII, No 2, 2000.

-RRPP NET: portal de relaciones públicas: www.rrppnet.com.ar/bernays.html

-Wikipedia, la enciclopedia libre: http://es.wikipedia.org

-Pineda Cachero, Antonio: “La propaganda: qué es y cómo defenderse de ella”, artículo publicado en la revista Pueblos, número 36, marzo de 2009.

- Van Dijk, Teun: “Algunos principios de una teoría del contexto”, artículo publicado en ALED, revista latinoamericana de estudios del discurso 1-1, 2001, pp. 69-81.

-Van Dijk, Teun: Análisis del discurso ideológico, UAM, México, 1996, pp. 15-43.

-Mayo Ángel Fernando, Wagner, Scherzo, Barcelona, España, 1998.

Friday, February 12, 2010

Carta de un subeditor a su editor


Va la carta al editor de la revista Pro Ópera, Charles Henri Oppenheim, que contiene mi respuesta a la operística misiva del doctor Joaquín Morales Aveleyra, a quien desde luego desconozco como interlocutor.

Si aún queda alguien, en el medio operístico de México y otros sitios, que no se haya enterado de tan tragicómico asunto, puede leerlo al hacer click aquí.

Alguno que otro despistado, feliz y aliado de sus propios sepultureros, especulaba que no habría réplica de mi parte. Lástima, sí la hay. Eso sí, con ésta doy por terminado este asunto. Para mí está claro, aun cuando pueda preguntarme si el maestro Alonso Escalante, actual director de la Compañía Nacional de Ópera, está al tanto de lo que hacen sus colaboradores en horario de oficina. Desde luego, es preocupante si está enterado. Pero aún más preocupante sería que no lo esté, puesto que a fin de cuentas él es el responsable del despacho. Punto final sobre este caso.

Por cierto, esta carta también anuncia mi separación de la Subedición Nacional de la revista Pro Ópera. Ahora que el Secretario de Gobernación Fernando Gómez Mont anunció su separación del PAN, tema que hoy ha sido tratado prácticamente en todos los espacios informativos nacionales, seguramente mi anuncio no tiene mucha trascendecia. Pero igual me parece oportuno hacer público que las dos subediciones con las que contó la revista desde hace algunos años, Ramón Jacques en la Internacional, yo en la Nacional, no existen más.

Eso.

Dejo a continuación mi carta, que se publicará en el siguiente número de Pro Ópera.

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Estimado Editor:

En el número anterior de esta misma publicación, leí con detenimiento la página dedicada en Cartas al editor a un correo electrónico firmado por el doctor Joaquín Morales Aveleyra.

Cualquier somero análisis de contenido y discurso que repare en el emisor, su mensaje, sus códigos y el contexto, ya no digamos en sus buscados receptores, indica claramente que no se trata de la carta de un lector común, interesado en el arte y en discutir la sustancia de mi crítica sobre La condenación de Fausto en la Sala Nezahuálcóyotl, publicada en esta misma revista en el número correspondiente a noviembre-diciembre de 2009.

Ya de entrada, los objetivos del escrito del doctor Morales Aveleyra lo delatan en sus verdaderas intenciones: desviar la atención del contenido de mi texto aludido para proceder a insultarme, descalificarme y reprochar en tono inquisidor por qué se me permite publicar mi crítica, con la misma embriagadora vehemencia ditirámbica con la que se avoca a realizar propaganda a la actual administración de la Compañía Nacional de Ópera.

Como si mi análisis no fuera ya suficiente motivo para desconocer al doctor Morales Aveleyra como interlocutor, como lo documenté paso a paso en mi blog personal (http://josenoémercado.blogspot.com), el archivo que contiene su carta demuestra por torpe descuido que el texto fue hecho o modificado en horario hábil en una computadora responsabilidad de Daniel Elizondo Ferrigno, otrora Subdirector de la Compañía Nacional de Ópera, de la que actualmente pasó a ser su Director Artístico.

Cuando la verdad y la farsa de todo este drama bufo de la carta (finalmente la CNO a eso se dedica: a hacer ópera), salió a relucir, el señor Elizondo Ferrigno me contactó para confirmarme su participación en calidad de editor en ese escrito, para lamentar lo sucedido y para explicarme que el doctor Morales Aveleyra envió la misiva motivado por un afecto personal que le profesa de años y la consideración de que debía defenderlo de lo que a él, como funcionario público de la CNO, correspondía en mi crítica.

Por lo tanto, estimado editor, lo único que puedo decir del texto del doctor Morales Aveleyra es que responde a sus pasiones personales -lo que aventurarse a tratarlas en estas páginas lo muestra algo impúdico-, y que más no me atañen, porque yo en este medio y en todos mis demás trabajos periodísticos siempre me he ocupado sólo de cuestiones de interés público. Sobre la sarta de insultos y denuestos que me hace, no me preocupo. Uno, porque dicen más de él que de mí y, segundo, porque, en todo caso, se derritieron desde el umbral de mi trayectoria académica y profesional que desde siempre ha sido pública.

Escribí estas líneas, que espero también puedas publicar, porque me pareció que los lectores deben conocer mi punto de vista sobre esta inquina y sacar la moraleja del asunto.

En otro tema, aprovecho la oportunidad para devolverte a partir de hoy mi responsabilidad como Subeditor Nacional para volver a ser sólo colaborador, en aras de hacer más evidente que en las posiciones institucionales de Pro Ópera AC y la revista Pro Ópera, no tengo mayor responsabilidad, de la misma forma en que mis opiniones son personales y no reflejan necesariamente la de ninguna institución.

José Noé Mercado