Monday, October 15, 2012

Backstage: el mundo desde un ángulo diferente al que conocemos


Esta reseña-entrevista se publicó hace unos días en el suplemento cultural Barroco, del Diario de Querétaro, y estuvo a cargo de la poeta Romina Cazón. Acá la coloco para su lectura.


Backstage de José Noé Mercado
Suplemento Barroco
Diario de Querétaro
9 de octubre de 2012
Por Romina Cazón


Backstage es la novela de José Noé Mercado, crítico musical, periodista y escritor, que vino a presentar a Querétaro, el pasado 20 de septiembre.

El libro que trajo a estas tierras, tiene un personaje principal: Fausto Ménéndez-Lecona, un periodista y crítico de música que se convierte en escritor para conocer lo que sucede en el mundo de la ópera. Su papel lo lleva a meterse al ambiente musical, que en ocasiones parece decaer, al vincularse con la soprano Dánika Duval, mujer ávida de sensualidad y erotismo, esposa del director de orquesta Jonathan Garcés. Del romance de Fausto y Dánika emergen traiciones, infidelidad, sexo, romance, envidias y egoísmo.

Fausto es como el reflejo de Mercado: hombre común que gusta de cosas simples pero amantes de la música; el lenguaje de la novela es otra parte del autor, cotidiano y lleno de ironía y sarcasmo. De tal manera, Mercado se muestra como un hombre un poco tímido, pero de rápida respuesta; a veces es un escritor muy sociable, creativo, y muy inusual, que juega constantemente con las palabras.

"Me interesaba presentar el ámbito de la ópera no como normalmente lo vemos, desde las butacas", dice el autor de Backstage. Eso es la narrativa que muestra José, el mundo desde un ángulo diferente al que conocemos.

En una charla que tuvimos, él nos habló de la preocupación que siente por mostrar un trabajo de calidad desde lo que más conoce: la música. 




-¿Cómo surge Backstage? ¿Qué cosas te motivaron en esta novela?

-Backstage surge de conversar planes narrativos con mi amiga y gurú literaria chilena Paulina Arancibia, quien no sólo me ayudó a detonar la idea sobre el "detrás del escenario", sino que me hizo clarificar el estilo y la perspectiva contemporánea que tenía interés de plasmar en mi novela. Así es como me aventuré a escribir una historia que levanta el telón para explorar lo que hay detrás de un arte clásico como el de la ópera, de sus exponentes y directivos, del público mismo, para descubrir y contrastar que las aspiraciones estéticas y las pasiones más sublimes se mecen en la misma cuna de las bajezas, las frivolidades y las actitudes más cuestionables del ser humano.

-¿Qué significa Backstage?

-El concepto de backstage lo traslado también al ámbito de lo social, de lo político, de lo personal y asume que todo tiene un rostro público conquistador, gentil, que trata de convencer y agradar, pero que ello mismo tiene un "detrás del escenario" que suele ocultarse para mantener la magia y el encanto. Es así como exploro entonces la ilusión, que se transforma en falsedad, en hipocresía, en simulación y, a veces, en una gran mentira.

Es desde ese ángulo que Fausto busca certezas en el arte, en los sentimientos, en la propia cultura que nos envuelve, pero no siempre lo consigue, lo que le lleva a un constante desencanto, aunque eso no impide que nos brinde un lúcido y, en parte desolador, ultrasonido de los íconos, de las circunstancias y de los puntos referenciales que caracterizan a una sociedad como la nuestra en pleno posmodernismo.

-¿Qué pretendes mostrar con tus personajes?

-Me interesa mostrar un mundo al que poco tenemos acceso. El personaje Fausto Menéndez-Lecona, un periodista y ex crítico de música, amante por igual de la ópera, de los videojuegos y del porno, es el narrador de esta historia, y se sumerge en ese mundillo en apariencia de élite para comprobar que lo verdaderamente artístico y, su contraparte, el barro y la mezquindad, no depende de las clases sociales o estéticas, sino de la calidad humana y de los principios que pueda albergar una persona.

Por su misma condición posmoderna, Fausto es un personaje que consume información. Se satura en ella. Está al tanto de lo que pasa en los medios de comunicación, en las artes, en las redes sociales, en el mundo de la cultura pop y se da cuenta de que todo es efímero, evanescente y líquido, aspectos que le hacen padecer una gran insatisfacción no sólo en sus relaciones con los demás, sino incluso con él mismo.

-Háblame de ti José…

-Nací en la ciudad de México y es donde estudié Administración de Empresas Turísticas, la Licenciatura en Periodismo y la Maestría en Periodismo Político. He ejercido por mucho tiempo la crítica musical tanto en la revista Pro Ópera cuanto en el periódico El Financiero. He sido también colaborador de diversos medios de comunicación incluida la revista Replicante, en la que he publicado cuentos, entrevistas, crónicas y ensayos.

He dado talleres, conferencias y cátedra de Historia y evolución de la ópera en la Universidad de Claustro de Sor Juana, así como algunas asignaturas en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García, de la que soy egresado. Ahora estoy presentando Backstage.

Wednesday, October 10, 2012

Backstage novela historias del mundo de la ópera


Primero, como avance, una nota y luego entrevista sobre Backstage y algunos apuntes sobre la ópera, publicadas en El Universal de Querétaro a cargo de Rocío G. Benitez. En efecto, como se consigna en el texto, luego de presentar mi novela en Querétaro, lo hice en la Penitenciaría de Santa Martha Acatitla, en el DF. Luego vendrá otra presentación, el 17 de octubre, en Metepec, Estado de México, en el marco del Festival Quimera. Luego otra, una especial considerando que es mi alma mater, en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García. Backstage sigue girando alrededor del país. Me ha gustado mucho este proceso de salir a sembrar lectores. Eso.


Novelan historias de la ópera
El Universal de Querétaro
Septiembre 26, 2012 | 1:27
POR ROCÍO G. BENÍTEZ

*El espectáculo no ha logrado renovarse para acceder a nuevas generaciones
*Backstage trata de los personajes que viven en el mundo de la ópera

cultura@eluniversal.com.mx


Caballos de cartón, copas de plástico, pollos asados de hule espuma, asistentes de producción que acarrean el vestuario esquivando fans y cantantes de ópera que reparten autógrafos en la puerta de sus camerinos, son parte de las escenas que José Noé Mercado narra en la novela Backstage, a través de la voz de Fausto Menéndez-Lecona, un apasionado de la ópera que por su labor periodística se mueve también en el ámbito político y financiero.

Con esta obra publicada por Tierra Adentro, Mercado ficciona sobre los personajes que viven en el mundo de la ópera, arte que surgió “a finales del siglo XVI y que por poco más de tres siglos fue el arte cumbre de la cultura occidental”, sin embargo este espectáculo que reúne en escena el canto, la música, el teatro y la danza, no ha logrado renovarse para acceder a las nuevas generaciones.

“El arte mismo de la ópera se fue rezagando y mucha gente lo identifica como un arte para adultos o para viejitos, para gente totalmente desfasada de nuestra época”, aseguró José Noé a EL UNIVERSAL, al presentar Backstage en Querétaro.




“Esta novela es para mostrar que este tipo de arte puede tener otras vertientes contemporáneas, en la novela hay por ejemplo óperas heavy metal que utilizan más los códigos de nuestra época, y la idea es justamente ver que es una posibilidad seguir escribiendo ópera o seguir asistiendo a este tipo de espectáculos, siempre y cuando pueda tener un significado para nuestra época, nuestro momento”.

A la par de la ficción de Backstage, José Noé Mercado revelará en el libro Luneta-2: La ópera que tenemos en México, otras problemáticas a las que se enfrenta este arte, y que será presentado en diciembre de este año.

“Es una revisión crítica de la historia y en ese sentido encuentro puntos referentes que nos podrían llevar a explicar por qué la ópera que tenemos actualmente no goza de una producción suficiente que pueda dar cavidad a todos los talentos mexicanos, la idea de este otro libro es explicar un poco por qué la ópera que tenemos en México está cada vez más decaída, está cada vez más abandonada y a los funcionarios públicos parece no importarles demasiado”.

José Noé Mercado estudió administración de empresas turísticas, además de graduarse de la Escuela de Periodismo Carlos Septién García y terminar una maestría en periodismo político. 

Actualmente ejerce la crítica musical, especialmente de ópera, una historia similar a la del protagonista de Backstage, que levanta el telón del teatro y se mete hasta los camerinos, involucrándose con célebres cantantes de ópera, y siendo partícipe y espectador de historias de amor, infidelidad, envidia y odio.

“Digamos que hay un juego también como de autorreferencia con el personaje, aunque por supuesto no soy yo, no son mis aventuras sino las de Fausto Menéndez-Lecona, pero obviamente me interesó mucho que fuera una historia creíble”.

Las aspiraciones artísticas de José Noé se centran meramente en la literatura, “nunca me llamó la atención ni cantar ni tocar y eso es lo que quizá me da una visión distinta, porque se rompe ese mito de que el critico es un cantante frustrado o un artista que no puede realizar aquello que se tiene que conformar con criticar”.

Después de la presentación de Backstage en Querétaro, se presentará en Metepec, estado de México, en el marco del Festival Quimera, además el autor tiene contemplada la presentación del libro en una cárcel y en escuelas privadas, esperando tener un evento especial en la Escuela de Periodismo Carlos Septién García.

La soprano Irasema Terrazas reflexiona sobre la novela Backstage



Aquí el texto que la soprano y actriz Irasema Terrazas, sin duda una de las artistas más reconocidas del ambiente operístico de México, leyó durante la presentación capitalina de mi novela Backstage, en el Aula Magna del Centro Nacional de las Artes, en julio pasado.

Un honor, desde luego, compartir sus impresiones en este blog. Eso.

Reflexiones sobre Backstage
Por Irasema Terrazas

Fausto Menéndez-Lecona pareciera, en ocasiones, un inadaptado en el mundo operístico del que tiene conocimiento y en el que se sumerge con pasión, pero no vive desde el protagonismo escénico. Refleja el sentir y las impresiones que pueden ser las de cualquier persona relacionada con el género y es a partir de ellas que compartiré algunas reflexiones sobre la novela Backstage.

Algo de lo primero que me sucedió al leer el libro fue sentirme identificada con Fausto las veces que no comparte el hacer de sus amigos de la lírica, que (cito): “Se sustraen del acontecer común y parecen seres de cartón que no viven vidas de carne y hueso. No se involucran, no distingo si no quieren o no pueden, más allá de su estrecho circulillo profesional”. Y, en otro párrafo: “Sólo discuten sobreagudos bien o mal colocados, el sazón de las pastas, el honor de ser estrellas y pontificar sobre cantantes y directores e intendentes”.

Así que comienzo por, ya lo he dicho, confesarme –en ocasiones- inadaptada en un mundo al que –en mi caso- sí pertenezco desde el proscenio.

Que yo tenga conocimiento, nadie había escrito una novela que aconteciera en el backstage del mundo operístico mexicano. Al leer el libro uno va reconociendo situaciones, lugares que son familiares a los asiduos de la ópera y creemos incluso ver a ciertos personajes reflejados.

Quizás creemos saberlo con certeza.

Es justo así el mundo de la ópera: creemos saberlo todo y reconocer lo bien o mal hecho, lo bien o mal cantado, desmenuzamos cuidadosamente tal o cual función, cuando es posible que, al final, al mismo cantante o director sorprendieran las conclusiones ajenas si las escucharan. O es posible que lo principal de lo interpretado se escape al escrutinio del ansioso por mencionarlo. Me parece que hoy día este sentir se percibe muy claro en mi generación, que es la generación de José Noé Mercado; quizás en otras más.

¿A eso se referirá con “posmoderno”, palabra varias veces mencionada en el libro? 





En todo caso, Backstage es la reflexión actual de un género cuyas obras más características se escribieron en siglos pasados, y que se combina hoy día con expresiones de un mundo moderno, como los videojuegos. Es, también, la reflexión del hecho de afirmar que sí nos dedicamos a esto del canto y la ópera, pero que no aprendimos directamente de María Callas, porque es indudable que nos separa una gran brecha de tiempo y de diferencias conceptuales en el mundo. Igualmente, por qué no, la lectura de esta novela es el acto de sacudir a los escolásticos que no se han dado cuenta de que las expresiones escénicas siguen evolucionando.

Por otro lado, no puedo más que sonreír empáticamente cuando Fausto habla de reuniones de personajes líricos en las que hay “estudiantes eternos, maestros de canto intemporales, apestados con rencor ya retirados (o que ya los retiraron), cantantes cortesanos del poder en turno de la ópera”, y pienso cuál de ellos he representado yo misma en un papel sincero o por juego en circunstancias específicas; y ante cuál de ellos ahora soy critica o intolerante; cuál de ellos es mi colega en la próxima ópera a cantar. Sería hipócrita negar que todas esas ideas y sentimientos que se desprenden de la novela reflejan el mundo de la ópera en México.

Pienso ahora otra reflexión: pareciera que los cantantes poseen o poseemos dentro del cuerpo la potencial capacidad de hacer música con la voz, para educarla y llegar al extremo en cuanto a capacidades casi olímpicas con ella. Como si eso mismo, per se, fuera excusa suficiente para sustraerse del resto del mundo, o para no poner al escrutinio íntimo del que lee una novela, a un personaje que lo mismo canta ópera que aspira droga o que tiene encuentros sexuales insospechados en número y en circunstancias.

Así pues, también en la vida misma, todo lo pensable puede ocurrir en la persona que puede cantar en un teatro un aria de ópera ya sea sublime o ya sea medianamente solvente, pero frente a un público.

La novela Backstage no disfraza, disimula o idealiza al cantante, por una parte; y tampoco, por otra, cuida, alisa o quita el polvo al aparato administrativo y burocrático que se encarga de llevar a cabo la ópera.

Me parece estupenda la confrontación que uno mismo siente al leer que Fausto es un escritor de novelas porno, en la manera en la que nosotros leemos su pensamiento. Nuevamente se agradece la sinceridad de quitarle la asepsia a las personas en torno al género operístico con este personaje singular y, a la vez, real.

Real también me parece cuando, siendo él mismo un crítico, es tocado por la crítica en torno a su libro Complot en la lírica de Bellas Artes. Real también en los demás géneros musicales que él o la soprano Dánika Duval escuchan en su coche.

Backstage, en suma, es un libro que expone personajes y situaciones afines a todos los que conocemos el mundo operístico mexicano, que sin especificaciones de nombres todos reconocemos o en los que encajamos. Alguien tenía ya que escribirlo. Aplaudo que haya sido José Noé Mercado.

Backstage o los encantos de la vitesse


Iliana Vargas, autora de esa fantástica colección de cuentos Joni Munn y otras alteraciones del psicosoma, escribió este generoso texto para la presentación deefeña de mi novela Backstage, que fue publicado ya en su blog personal y en la revista Pro Ópera - Sección Otras Voces - septiembre-octubre de 2012. Ahora lo comparto acá. Eso sería.


Backstage o los encantos de la vitesse*
Por Iliana Vargas

¿Qué es lo que hace que uno no deje de leer un libro cuando se anima a empezarlo sin conocer algún trabajo previo del autor? ¿Serán los indicios de la trama; el esbozo de un personaje simpático o algún gesto con el que uno se identifica al momento; el lenguaje ágil, cercano a lo que uno escucha o dice cotidianamente; o, incluso, por qué no, el morbo ante una situación planteada específicamente para ello, para atraer una mirada morbosa?

Lo que a mí me sucedió en el caso de Backstage fue la entrada directa, franca y sin preámbulos, del protagonista: Fausto Menéndez-Lecona abre la novela diciendo quién es, qué hace y qué quiere. Y de ahí en adelante es fácil seguirlo, dejarse guiar por su versión operística de la vida aunque uno no haya ido nunca a la ópera.

¿Cómo es posible esto?, dirán. ¿Cómo es que alguien que no está familiarizado con términos como aria, la testa di tenore, el tiempo prestissimo o la coloratura de la voz, encuentre paralelismos entre dichas palabras y, por ejemplo, el acto de comerse una hamburguesa? Pues he ahí el trabajo del escritor: lo que hace Noé es conectarnos a una extensión de su consola y hacernos entrar en un videojuego donde rigen las leyes del mundo de los intérpretes, músicos ejecutantes, compositores y críticos de la ópera, por lo que toda la información que alimente a nuestro cerebro mientras se desarrolla este juego tendrá que estar relacionada con este mundo y, particularmente, con un par de personajes que se convertirán en algo así como el caballero melancólico y la princesa querendona.





Ahora bien, cuando lean el libro se enterarán de los detalles escabrosos de estas aventuras del amor posmoderno. Por ahora, lo que me resulta importante destacar es, precisamente, el backstage de esta historia: la fuerza incisiva con que el narrador se prende de la visión crítica de este Fausto hacia aquello que esconde Mefistófeles bajo su capa. ¿Y quién es Mefistófeles en esta historia? Pues el mismo al que varios, si no es que la mayoría de los creadores de México, hemos recurrido alguna vez para solicitar algún apoyo económico que nos facilite la vida y la producción artística. El mismo que ha provocado que la creación nacional, en cualquiera de sus rubros, esté tan infectada de mafias y grupos de poder, de atavismos, de repeticiones hasta el cansancio de modelos tradicionales, de miedo a la experimentación y a una forma distinta de decir, representar, interpretar o expresar, todo aquello que conforma el imaginario del lenguaje artístico, y que, como su naturaleza lo pide, debería estar en constante movimiento y evolución, muy lejos de lo que se ha convertido en manos de los mefistoleados: un bloque de mármol liso, sin fisuras e inamovible.

De entre todos los escenarios que propone Noé, creo que éste es el principal. Y digo de entre todos porque después de leer esta novela, uno se queda con la sensación de que ha estado en medio de algo parecido al escenario matrushkino que plantea Greenaway en el Bebé de Mâcon: el backstage de la historia entre Dánika y Fausto, es a su vez el backstage de la ficción  Insomnio posmoderno, que es a su vez el backstage de la corrupción y la hipocresía en el medio operístico planteado en la novela, que es a su vez el backstage de la corrupción, el snobismo, la inconsciencia y la incongruencia de la red de grupúsculos literarios que gobierna en la ciudad de México y en otros estados del país, y finalmente, el backstage de las manías y obsesiones de Fausto, que es el backstage de la vida cotidiana de una cantidad considerable de habitantes de chilangolandia cuya edad, creo, va de los 25 a los 50 años, y cuyo rango económico les permite tener acceso a un ritmo de vida sincronizado entre las actualizaciones interminables de las redes sociales, la comunicación vía correo electrónico y celular, los videojuegos cuya novedad dura lo que dura una semana, las fiestas con una cantidad inagotable de alcohol, el ligue que no va más allá de la cama, y la constante crisis existencial. De ahí mi percepción de la vitesse: la velocidad que parece  impulsar cada uno de los actos hasta volverlos automáticos, irracionales, viscerales y totalmente intrascendentes pero a la vez imprescindibles. La velocidad para trasladarse de un escenario a otro; para enredar a un personaje con otro, para hacer confluir una historia con otra; para que suceda algún evento totalmente común dentro de la cotidianidad político-social mexicana, seguido de alguna intervención onírica del protagonista que, pese a todo ello, conserva una particularidad que lo estabiliza entre este torbellino de acontecimientos: su aprehensión musical.

Y es la música, a manera de soundtrack del ánimo de Fausto, lo que cierra el círculo para dar una característica particular a Backstage, pues la aparición a intervalos de fragmentos de alguna pieza en el iPod o que forman parte del ambiente de determinado lugar en el que se encuentren los personajes, hace una irrupción que acentúa la fuerza o languidez narrativa y que rompe con la estructura del párrafo convencional para insertar, literalmente, la música en la sintaxis del enunciado, primero, del párrafo después, y de la novela, en su conjunto. Estas irrupciones, aunadas a la descripción perceptiva de los sonidos, logran un juego de sinestesia que hace que el lector, conozca o no la música a la que se hace referencia, altere los sentidos de tal manera que logre ver cómo iluminan, oscurecen, endulzan o raspan las voces, los guitarrazos, algún movimiento de la orquestación, e incluso la saturación del punchis punchis o la ardida lamentación de Paquita la del barrio.

Me atrevería entonces a concluir que, así como la identidad de crítico musical en el personaje de Fausto pide, por ejemplo, que la industria operística se atreva a modificar sus estructuras políticas para dar el siguiente paso hacia la apertura de propuestas artísticas (véase su constante acotación a la extraña belleza implícita en la lírica metal de Nigthwish), la identidad de escritor crítico de Noé pide, modificando las estructuras convencionales en el cuerpo narrativo de su novela, que las políticas culturales de los guetos literarios mexicanos se atrevan a incluir, en la comodidad de su manutención gubernamental, un arriesgado salto hacia el verdadero trabajo creativo acompañado de una visión crítica, hoy en día bastante insípida, por no decir inexistente, en las distintas áreas del aparato cultural mexicano.



*Texto leído por la autora el 18 de julio de 2012 en el Aula Magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes durante la presentación de la novela Backstage de José Noé Mercado.

Monday, October 01, 2012

Backstage, novela de José Noé Mercado en Noticias 22 -- HD



Acá coloco la versión HD de la nota-entrevista sobre mi novela Backstage en Noticias 22.

José Noé Mercado nos sumerge en un mundo de ficción y nos invita a recorrer los secretos que se gestan detrás de la escena operística en México.
Nota: Rafael García Villegas.
Transmitido en Noticias 22, Canal 22 de México.
19 de julio de 2012.


Backstage, la novela: reseñada en Proceso


Mauricio Rábago Palafox publicó una reseña sobre mi novela Backstage en el semanario Proceso. Lo agradezco. Más, porque al parecer Rábago Palafox es de los lectores que quisieran una secuela. No creo. O no sé. Quizás. Lo cierto es que por ahora trabajo en otros proyectos literarios. Pero uno nunca sabe. Tal vez, algún día...


14 de agosto de 2012
Cultura y Espectáculos
Por Mauricio Rábago Palafox

MÉXICO, D.F. (Proceso).- La ópera en México es el telón de fondo sobre el cual se desarrolla Backstage, una singular novela de José Noé Mercado (D.F., 1977), periodista y crítico musical, presentada en el Aula Magna José Vasconcelos del Centro Nacional de las Artes (Cenart) por Lázaro Azar, Irasema Terrazas, Iliana Vargas, Gabriel Páramo, Manuel Yrízar, Catalina Pereda y el autor, en edición del Fondo Editorial Tierra Adentro y la Dirección General de Publicaciones de Conaculta.

Ya desde el primer capítulo la novela nos atrapa irremediablemente, se trata de un trozo de vida de Fausto Menéndez-Lecona, escritor y reportero con crisis de autoestima que logra infiltrarse a los camerinos, pasearse por las piernas del teatro y de las sopranos, dialogar y convivir con tenores, bajos, directores y personajes de la ópera, con el ser humano que hay detrás del artista.

El de la ópera es un universo al que Fausto no pertenece más que como observador; detrás de la fachada glamorosa de la ópera se esconde una miasma de corrupción, amiguismo, infidelidades, envidia, mafias, drogas, sexo y hasta homicidio.

De pronto, Fausto Menéndez nos recuerda al detective Héctor Belascoarán, personaje de Paco Ignacio Taibo II. La modernidad invade la obra: IPods, video juegos, dvds porno, antros en el primer cuadro, celulares… y como sucede siempre, el autor lleva demasiado lejos la ficción cuando el día antes del estreno de Madamma Butterfly, otra protagonista, la soprano Dánika Duval, se corre una parranda de antología donde hay drogas, sexo, baile, gritos, y casi no duerme. En la vida real un cantante que deberá actuar al día siguiente se recluye y trata de que no le programen ensayos, ¡vamos!, de no hablar, duerme mucho y evita cualquier exceso en el comer o de cualquier otro tipo para en la función estar al máximo… si eso es posible.

Con todo, la novela resulta logradísima, y quienes conocemos el medio reconocemos de inmediato a varios personajes reales en los que se inspiró el autor; el más evidente es Manuel Elizarrarás, el hombre de las níveas barbas de melena en quien vemos al gran operópata Manuel Yrízar.

“Fausto Menéndez es un ego experimental respecto de su creador –declara José Noé Mercado–, como todos los personajes de ficción. La idea, cuando haces literatura, es que ese personaje pueda ser verosímil, y que sirva para explorar diversos aspectos del ámbito en que deambula. No es totalmente fantasía, pero tampoco es una proyección del autor. Es una herramienta válida para suponer una vida dentro de la historia que se cuenta en la novela.

“Me encariño con mis personajes al momento de escribirlos y pensarlos, pero no los sobreprotejo, para no estropearlos, procuro que ellos tomen sus propias decisiones, que tengan sus posturas y pensamientos particulares y que empaticen con algunos lectores. Es muy importante la identificación, conectar con la gente parecida a tus personajes.”

Esta novela ha tenido muy buena acogida, se habla mucho de ella en el medio operístico. Continúa Noé Mercado: “Cuando escribes un libro generas ciertas expectativas dentro de ti, pero al verlo publicado, la realidad es otra. Por fortuna, Backstage ha rebasado lo que yo mismo esperaba con una primera novela: se ha hablado de ella en los medios y gusta a la gente adulta (más cercana al arte clásico), pero por el lenguaje y la temática cultural pop también ha interesado a los lectores jóvenes.”

Una novela muy disfrutable que retrata muy acertadamente el medio operístico mexicano, y que seguramente dejará alguna secuela.

La novela Backstage en Cultura y Arte de México


Aquí una entrevista que me realizó Uriel Rodríguez hace un par de meses sobre mi novela Backstage. Y defínitivamente: Fausto le debe más a Capcom, que a su familia. Está más agradecido con Konami, que con muchos de sus amigos que lo han traicionado. Gracias a Uriel por haber captado-publicado ese sentir de Fausto, a partir de nuestra conversación. :)


Agosto de 2012
Por Uriel Rodríguez M.

Crítico musical con más de una década de experiencia, José Noé Mercado ha publicado su primera novela, Backstage, bajo el sello Tierra Adentro de Conaculta, una obra ácida que muestra el lado burdo del mundo de la ópera mexicana 

El Fausto de Backstage parece no tener ninguna relación con el “Fausto” clásico.

Fausto es un personaje literario, mítico y operístico que simboliza el vano intento de conocer y adquirir el conocimiento del mundo. Al final te das cuenta de que ese intento no sirvió de nada porque desperdiciaste –hasta cierto punto– tu vida tratando de adquirir lo que al final de cuentas no te va a servir de mucho. Fausto me sirvió para simbolizar eso de nuestra época. En el fondo hay mucho de banalidad. 

¿Cómo es que tienes esta perspectiva tan desolada de la apreciación de arte?

Quería ubicar mi novela en la época contemporánea, en lo que suele llamarse posmodernismo o modernismo líquido, por eso recurro al cuestionamiento, a la incertidumbre, pues es clave, ya que hay incertidumbre de los grandes conceptos, y uno de ellos es el arte, el arte que durante muchos siglos fue visto, no sólo como una manera acabada de expresión cultural, sino como un mito que lograba darle consuelo existencial al ser humano. Por eso usé el ámbito operístico, considerando que durante casi 400 años fue el género artístico por excelencia de la cultura occidental. 

¿No consideras como una condición humana esta superficialidad sino como una consecuencia del tiempo?

Al revisar la historia de la ópera, de la literatura, se ve que la gente tenía más tiempo. Cuando te encuentras con una ópera que duraba seis horas quiere decir que la manera de concebirte dentro del universo era distinta, con la sociedad, con la familia. Ahora vivimos en una época de estrés, de constante movilidad, en donde es muy difícil permanecer, lo que sí tiene que ver con ese condicionamiento que te da la época. 

En Backstage hay un periodista lleno de frustraciones, rémora de un grupo de artistas endiosados en sus propias limitaciones, ¿a este tipo de existencias te refieres al invocar al modernismo líquido?

Claro. Al momento que tiramos los ídolos, en el momento que los cuestionamos, que los criticamos, nos damos cuenta también de que tienen una buena porción de barro. Esa era la idea de Backstage: cómo explorar, probar si eso que a veces vemos en el lado público tiene relación con la parte no visible. En ese sentido, Fausto puede ser un reportero frustrado y con muchas debilidades éticas, pero la ironía es que los demás están peor. 

Me llamó la atención que transcribiste correos electrónicos y que Fausto use un Play Station Portátil, ¿son elementos que usas para darle un contexto de actualidad?

Son elementos que muestran que Fausto pertenece a una generación a la que también ese tipo de manifestaciones culturales le interesan. Fausto dice –y yo estaría de acuerdo con él– que los videojuegos también son una forma de arte, capaces de crear mundos dignos de explorar desde el punto de vista estético. El PSP es un símbolo de esa apertura cultural que tiene Fausto; la cultura no sólo está en los teatros, en los libros, sino también en aquello que en algún momento se satanizó como un enervante. 

Hay una generación cuya primera primera pieza clásica que escuchó fue el inicio de Halo

Mucha gente se sorprendía agradablemente con la música de entrada de Pro Evolution Soccer 2011, que no es otra cosa más que el “Dies Irae” del Requiem de Verdi. El problema del arte o de la cultura es que se quiera poner en vitrinas y que se trate de hablar de ellas como artes cifrados o códigos que necesitas desarrollar con mucha maestría. Creo que Fausto le debe más a Capcom que a su familia. En ese sentido estaría más agradecido con Konami que con muchos de sus amigos que lo han traicionado.